La vida trasciende a una velocidad muchas veces insostenible.
El enfoque de muchos es acumulación de bienes materiales y pura vanidad. Hoy el
mundo se detiene, y meditamos que es lo que realmente importa.
Hoy valoro más que nunca los valores y principios inculcados
en mi en mi formación de infancia por los mejores padres que Dios pudiera
darme. No me interesa vanidad ni bienes materiales. Me importa el bienestar de
mis seres queridos y los desprotegidos. Mi
estado mental no me permite caer víctima del dinero.
Agradezco a mis
padres apreciar el valor del ser humano. De ayudar sin esperar nada y sin hacer
publicidad, es ayudar sin interés.
En momentos de incertidumbre, siempre, hay que estar cerca
de la familia. Apreciar el valor humano de nuestros más cercanos. De sus valiosos
aportes, de su amor y de su interdependencia. Cada ser querido es un mundo de bendiciones
por ser descubierto. Mucha gente se enfoca en sus defectos, mientras yo en sus
grandezas.
En estos momentos nos autoasignamos tareas que nunca hubiéramos
imaginado hacer, pero lo hacemos espontáneamente y agradecidos de poder
hacerlas. Estas acciones nacen del alma, de la conexión que tenemos con nuestros
seres queridos y de que somos gente buena. Hay mucha gente mala, maldita, pero
de esos se encargará Dios. Le llamamos Karma.
Doy gracias a Dios por una madre entregada a la familia sin
sentirse agotada, incansable. Un padre que entregó su vida al bienestar de la
familia y mucha gente fuera de esta. Es una gran bendición de Dios. Ahora nos
toca cuidarlos con mayor empeño.
Hay que volver a los tiempos donde el dinero es útil para
comprar comida, medicinas y lo necesario. El dinero engrandece a personas con mentes
vacías. Esas personas me dan pena, porque realmente la gente no necesita de ellas.
Toda persona debe entender que cada uno es dueño de su vida.
Nadie vale más que uno. Hay que amar a los padres y agradecer con gestos espontáneos
de amor por toda nuestra formación y ayuda. Solo un ingrato no lo haría. Karma!
Un alma limpia valora a las personas y responde a las
situaciones de manera sana y desinteresada. De vez en cuando hay que arremangarse
la camisa y sudar un poco para hacerle la vida más feliz a alguien a quien
queramos o lo necesite.
Dios nos bendiga siempre!
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