miércoles, 11 de agosto de 2010

Repartir el bien

Es interesante como sin darnos cuenta afectamos a aquellos que nos rodean y sin querer les hacemos daño. Hay cosas que hacemos, decimos y otras que ignoramos y callamos. Consideramos que somos independientes y libres sin ataduras ni cadenas. Maltratamos a los que nos cuestionan, a veces con razón, y somos tan egoístas y orgullosos que no nos retractamos cuando abusamos. Bueno, en mi caso, tengo el carácter de reconocer mis errores y pedir perdón.

Soy culpable de haber hablado mal de muchos, de haber insultado a seres queridos y de faltarle el respeto a algunos. Soy culpable de muchos excesos y hoy, humildemente, doliente, expreso mi lamento. Lo sufro porque no puedo recoger lo que mal he repartido. Me simpatiza que aun me expresen aprecio. Algún día prometo demostrar ser bueno y que me lo merezco.

A diario tocamos la vida de muchas personas; familiares, amistades, colegas, empleados y gente que no conocemos. El espacio que nos ceden estas personas en sus vidas exige que seamos responsables, humanos y respetuosos.

Debemos aprender a ser líderes en promover el bienestar. No es repartir dinero. Es estar siempre de buen ánimo, dar un trato agradable, irradiar energía positiva, hacer sentir bien a la gente, respetar y no manipular a alguien.

Tampoco debemos mentir. No debemos entregar todos nuestros secretos y hasta podemos esconder un demonio que otro, jeje, just kidding, pero debemos decir siempre la verdad. El engaño mata relaciones y nunca se olvida. Debemos ser discretos en lo que hablamos, y nunca hacerle creer a alguien que lo queremos cuando no es cierto.

Debemos tratar de ayudar a nuestros empleados a crecer y a nuestros colegas para que tengan éxitos con sus proyectos. Hay que aprender a ser líderes y no un jefe. Al jefe se le obedece y menosprecia; al líder se le sigue y respeta. Al jefe se le miente frecuentemente para que no moleste tanto, y cuando se va de viajes, que alivio. Muy diferentemente, los empleados imitan al líder. Cuando este se va de viaje, sus leales seguidores esperan ansiosos su retorno para conocer la misión nueva que trae y de inmediato se ponen a trabajar. Al jefe nadie le hace caso y solo se hacen aguajes; se les cumple al mínimo que le satisfaga.

Hay que aprender a identificar talento genuino. Al talento hay que desarrollarlo al máximo y no ser egoísta. Son Ángeles que nos envía Dios con un fin predispuesto.

Ayuda al prójimo y serás bendecido. Obstaculiza el bienestar y serás condenado por la humanidad y tu karma sobrecargaras. Dios te multiplique el bien que repartas.